Si yo fuera un sinvergüenza






Hoy, sobre todo hoy como nunca antes, quisiera ser un tipo de poca vergüenza, sin toda la educación -formal- que aunque de manera precaria, propia de quien no tiene tanta para dar recibí de mis padres, aunque debo reconocer que un tanto rica en valores, tan rica y suficiente como para ver lo que a mis ojos es incorrecto y hacer saber a quien hace aquello que está en el rumbo equivocado.

Si hoy fuera ese tipo, sin toda esa carga de educación algo integral (valores de los que se adquieren en el hogar, en los grupos comunitarios o el producto de la confianza de la gente conjugada con la que se recibe en la escuela), no estaría preocupado por si un ciudadano cualquiera -seguro que de poca monta- se pasa un semáforo en rojo.